martes, 17 de enero de 2017

Experiencia en el metro de la Ciudad de México y el vagón para mujeres.




 
Cuando era profe asistente de español en Francia exponía diversos temas sobre la cultura y lugares de México a mis diferentes alumnos. Una vez les hablé sobre el metro de México y les llegué a comentar que hay vagones reservados sólo para mujeres.
       Mis alumnos y alumnas franceses estaban boquiabiertos por lo que dije de los vagones de mujeres.
 "¿por qué hay vagones para mujeres?"
- Para mujeres y para niños - les contesté - se supone que es por seguridad y porque hay líneas que se saturan demasiado y hay que ir muy apretados.

Pero esa no era una buena explicación para mis alumnos que comenzaban a indignarse. 

Francia es un país con un pensamiento feminista casi intrínseco actualmente, gracias a su pasado de escritores y movimientos dedicados a la igualdad de género, y es normal que los jóvenes se impresionen tanto e incluso se indignen al escuchar las diferencias de género que se hacen en otros países, y claro, en México. 

En fin, yo no sabía cómo explicarles que me parecía necesario la separación de vagones, pero este último mes (enero 2017) estuve en la Ciudad de México (CDMX o antes DF) y pude reflexionar más sobre esta cuestión de género. 

Siempre en cada línea de metro de lado derecho hay una zona separada en la que se anuncia: 
                                      "Sólo mujeres y niños" 
y casi siempre hay guardias que cuidan que se respete esa señal. 

 Pero el día que llegué a CDMX, yo sola con una mochila pequeña en la espalda y una mochila grande de rueditas decidí tomar el metro  desde metro Candelaria hasta metro División del norte, trasbordando tres veces, pero por despistada no me fijé en el vagón especial para mujeres, me metí al mixto. 

Sufría de ansiedad cada vez que debía prepararme para entrar o salir de alguno de los vagones porque llevaba la maleta y era muy estorbosa. 
La primera vez que transbordé de línea en metro Balderas me di cuenta de que mucha gente se formaba para esperar el metro entonces coloqué mi mochila de la espalda en el pecho para no estorbar a la gente y tener mis maletas frente a mí. 

Antes de que el metro se detuviera la gente comienzó a formarse, es una costumbre que todos los residentes conocen,
así, cuando el metro se detiene las personas se ponen a los costados de las puertas, 
entonces, cuando las puertas del metro se abren la gente sale disparada. 
Es cuestión de 5 segundos para que los que deben salir salgan y otros 5 segundos para que los que deban entrar se metan al metro. 
Esos momentos son como de adrenalina para mí porque es muy emocionante y me da miedo no lograr entrar o que me aplaste una puerta, o que una de mis maletas se quede afuera. 
      Por suerte y por mi agilidad logré entrar, pero en la algarabía una señora, la última en entrar, se mete y se coloca al lado de mí y pasa su mano frente a mi mochila y con su puño me pasa a lastimar, incluso tuve que gritar porque sí que me dolió.

El estrés continúa cuando en cada parada debo hacer espacio para dejar pasar a los que se acomodan para salir lo cual es muy dificil con la maleta. 
     Yo iba en medio de la gente y no tenía de dónde sostenerme más que del peso de mi mochila, pero en cada parada y el sacudimiento del metro pisaba sin querer a un señor que iba al lado mío y después de tres veces de atropellar al mismo señor, tenía ya una cara de enojo muy evidente. 
 
El metro no se vació siquiera un poco en ningún momento, otra costumbre muy marcada dentro del metro es que cuando las personas que están sentadas deben salir, preguntan a las personas que están cerca de la puerta: 
   "¿va bajar en la próxima?" 
La primera vez pensé:
   "¿qué le interesa?"
pero rápidamente me di cuenta de que la gente pregunta eso para pedir permiso de pasar, es decir, si tu no vas a bajar en la siguiente parada debes dejar que la persona de atrás pase delante de ti para que le dé tiempo de salir rápido.  

Cuando por fin se acercaba la parada en la que debía bajar un señor se empezó a acercar a mí para preguntarme la pregunta de siempre, pero me adelanté a contestarle "voy a bajar en esta", entonces me puse muy pendiente para bajar rápido, traté de levantar un poco mi maleta para poder avanzar cuando se abriera el metro pero no podía levantarla porque estaba aplastada entre la gente, y cuando las puertas del metro se abrieron la genta detrás de mí se batía por lograr salir y me empujaron a tal grado que sentí que iba a caer frente a mis maletas y que la gente pasaría caminando sobre mí, pero no caí gracias a que tengo piernas fuertes, sin embargo fueron momentos tensos en los que sólo pensaba "mierda, mierda" y veía a la gente formada a los costados que esperaba para entrar y que no ayudaban en lo absoluto para evitar que cayera. 
 
Fueron 6 segundos que me parecieron en cámara lenta, y cuando por fin logré dar 5 pasos fuera del metro y después de haber pisado otras dos veces al señor que iba a mi costado, me di cuenta por sus gestos que estaba a punto de tirarme un golpe pero que logró contenerse tal vez porque yo me disculpaba a cada rato, no dijo nada y siguió su camino. 

"Uff por fin llegué a división del norte y ahora toca subir esta maleta por las escaleras", por suerte, la gente en el metro de México, tal como en el metro de Paris se ofrecen a ayudarme a subir la maleta por las escaleras, así que no tuve problemas.

Estuve casi un mes en la ciudad de México tomando el metro cada vez que me movía por la ciudad, ya me sentía toda una experta, cuando iba con amigos tomábamos los vagones mixtos y cuando iba sola tomaba siempre el de mujeres y niños porque me estresaba menos.

Cuando le pregunté a un amigo de Noruega que estaba en México, qué pensaba del vagón de las mujeres, me dijo que le parecía tonto.
- También es para niños - le dije.
- ¿Pero por qué no es para familias? En ese caso tal vez lo entendería.

No sé, tal vez sea tonto e injusto, pero yo me siento más tranquila y segura en el vagón de las mujeres, así que cuando tuve que volver a la estación para coger el autobús de regreso a Chiapas decidí ir otra vez por metro y esta vez entrando sólo a los vagones especiales para mujeres. 
Fue una gran diferencia al momento de entrar y salir con la maleta de carrito, aunque también se llena y vamos muy amontonadas no es tanto como en los vagones mixtos. 
 
Como iba con las maletas decidí esperarme siempre cerca de las puertecillas pero a un costado para dejar entrar y salir a las personas, pero en una de las paradas entró con prisa una mujer y pasó a golpear a una joven que estaba frente a mí, por inercia la joven se volteó y quedó viendo a la señora que la había golpeado, sin decir nada, pero la señora, como si hubiera escuchado los pensamientos de la joven, le gritó: "para que no te mueves tonta" 
ninguna de las presentes dijimos nada más,
yo tenía muchas ganas de contestarle a la señora, pero en esos momentos no me sentía en condiciones de nada, porque ya mucho estrés tenía encima pensando cómo lograría salir sin golpear a nadie.
     Un instante después nos dimos cuenta de que la joven agredida estaba lagrimeando, sosteniéndose de las puertecillas del metro, y una chica que no la conocía le preguntó si quería que la ayudara a buscar un lugar para sentarse. 

Entonces me di cuenta de que tampoco el vagón para mujeres estaba exento de problemas, sin embargo, es cierto que es más tranquilo y más seguro por el hecho de que hay menos gente. Es por eso que yo lo utilicé mientras estuve en DF, por conveniencia. 
Pero ahora que lo pienso mejor, lo justo sería que el vagón especial fuera para niños, mujeres embarazadas, ancianas y ancianos, y sobre todo para los discapacitados. 
Pues vi muchas personas con bastones usar el metro, pero nunca vi alguien en silla de ruedas. 
Entonces, me di cuenta de que no es un metro incluyente porque son pocas las estaciones que tienen ascensor, por lo tanto la gente en silla de ruedas no puede utilizarlo. 
Mi conclusión: El metro de ciudad de México es un metro para los fuertes.  

Ana Lucía

2 comentarios:

  1. Super publicación!! me reí también jeje felicidades por sobrevivir en el df jaja

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    1. jaja gracias, es nada más que la verdad, pero vista desde una lectura puede llegar a ser gracioso.

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