Balashté,
anturios y orquídeas en Ocosingo
Ana
Lucía RB/ La Comiteca
Balashté, anturios
y orquídeas, es un refugio de la flora y la fauna de la región de Ocosingo
Chiapas, es también un proyecto económico en armonía con la biodiversidad, una
fuente de trabajo, un reflejo del amor por la naturaleza y todo esto es la suma
de un sueño de la familia Gómez Quiroga hecho realidad.
Francisco Gómez
Arévalo nació en Tumbalá, un pueblo cerca de Ocosingo. Vivió sus años de
juventud en el rancho de su padre, en donde le nació el amor por la naturaleza.
Estudió en la Universidad Metropolitana de México en donde conoció a su esposa
Frida Quiroga con quien regresó a vivir a Chiapas, dando cátedras de biología y
materias afines en el Bachillerato técnico de Ocosingo.
En el año 2000,
antes de jubilarse, adquirieron un terreno de 8 hectáreas en esta ranchería, cercana
a Toniná, que se llama Balasthé, que quiere decir corteza de árbol. Al principio todo era un rancho de 3 mil
hectáreas, pero se fue dividiendo en varios ranchitos y ahora la más grande es
de 50 hectáreas.
La casa de adobe estaba rodeada de
potreros y habían apenas unos 8 árboles grandes, pero como ellos son biólogos,
con sus hijos que aun eran pequeños, se dedicaron a plantar muchos árboles y
semillas que Francisco recogía por doquier, cuidando la vegetación nativa,
reforestando y rescataron la biodiversidad, creando al mismo tiempo un refugio
para aves.
Cada dos o tres
meses llegan unos estudiantes de San Cristóbal que están haciendo aquí un
catálogo de aves y han encontrado más de 100 especies durante todo el año, sólo
en este terreno. De hecho, en los árboles cercanos a la encantadora casa, viven
unos tecolotes.
Proyecto
de anturios
Cuando su hijo
Abelardo terminó la carrera de biología, hizo su tesis sobre orquídeas de
la
región, después investigó y se dio cuenta de que esta región era ideal para
sembrar anturios, proyecto que les permitiría seguir manteniendo el bosque,
puesto que necesitaban ingresos para continuar con la conservación de este
refugio silvestre.
Empezaron en 2010
ensayando con 200 anturios y así fueron creciendo con este proyecto y este refugio
natural en el que vienen todos los días junto con 9 trabajadores más. Francisco
explica que el material se trae desde Holanda (el mayor productor y vendedor
del mundo de flores de corte).
Vienen 500 plántulas en cada caja. Llegan
pequeñas y a los cuatro meses las trasplantan. Son las señoras de las
comunidades las que lo hacen con sus manos, ganando un promedio de 300 pesos
por día.
Cuentan con dos
camiones, y Abelardo Gómez Quiroga dirige el proyecto de ventas. El biólogo Francisco asegura que esta es una
producción modesta pero que ya llegaron a vender en Puebla, Veracruz y Playa
del Carmen. También exportan a Guatemala. En Chiapas son principalmente Comitán,
que compra mucha flor, y Berriozábal, que es donde están los viveros.
Los anturios que
tienen más de cuatro meses están separados de los que acaban de llegar, pero
todavía son pequeños. Y las masetas con anturios más grandes están al lado, en
otro invernadero.
La espata del
anturio, es decir su pétalo, es lo que hace tan llamativa a esta flor, con
colores intensos que varían desde blanco, rosa, magenta, naranja, rojo, morado,
e incluso color chocolate. Sus productores acaban de mandar también una muestra
de anturios rojos con hojas cafés que se diferencian de los otros que son de
hojas verdes. En este mes se vende bastante.
Todo está bien
pensado para beneficio de sus plantas, así que los invernaderos tienen un borde
que los protege del desbordamiento del río en la temporada de lluvias, y los
pisos de los invernaderos tienen una cobertura para que no salga la mala
hierba.
La
Reserva
El terreno tiene
muchas pendientes y senderos cubiertos de abundante y variada flora. Hay dos
arroyos y un puentecito de alambre para pasar de un lado al otro. Y para regar
las plantas, el biólogo se ingenió una bomba sin combustible, que lleva el agua
hacia arriba.
En el recorrido el
biólogo nos mostró una variedad de flora y fauna, vimos heliconias; bambú
verde; bambú amarillo; alpinia purpurata; plantitas de cúrcuma; matas de café;
un árbol llora sangre; magnolia mexicana; chapaya; una palma colconabe de la
que emana la bebida ancestral "taberna" y que está en peligro de extinción;
árboles de arrayán, cuyo fruto vienen a comer parvadas de loros en el mes de
noviembre; árboles de zats; flor de mayo (roja, blanca, rosada y amarilla); árboles
de cedro para conservar (actualmente hay más de 100 plantados) y una variedad
de bromelias y orquídeas que adornan el bosque entre otras plantas, insectos y
pájaros que el biólogo nos señaló por todo el trayecto.
Después, junto con
Frida Quiroga, nos deleitamos en el huerto de árboles frutales, cortando y
comiendo frutas de pitanga, carambolas, naranjas, lichis, más de 10 variedades
de limón y mucho más.
Es importante
remarcar que todo es orgánico, incluso el café, no utilizan fertilizantes debido
a que la misma biodiversidad se hace cargo de disminuir la plaga, prueba
tangible de que en este lugar hay un equilibrio ecológico.
Frida nos mostró
su invernadero favorito, con cunas de moisés, manos de león, rosas del
desierto, sábila, entre otras variedades de plantas que están en pequeñas
masetas listas para venderse.
En este refugio de
la vida silvestre reina un ambiente familiar que abre sus puertas a los
visitantes escolares y universitarios que comprenden de inmediato la
importancia de este lugar, aprendiendo tanto del sistema de producción de los
anturios así como de conservación del bosque y de las formas ecológicas de
utilizar los desechos.
Los visitantes nos sentimos
inspirados y en armonía con este lugar, que enfrenta desafíos, como pasa con
toda la vida silvestre, sin embargo esperamos que sigan creciendo en su empresa
por la reforestación, la biodiversidad y por la educación y la conciencia de
las personas.